Dos maneras de dirigir tu empresa con distintos resultados
Vivimos en una cultura en la que la exigencia está muy valorada, no sólo en la empresa, sino en otros ámbitos de nuestra vida. Es un término que nos sire para ser mejores y más competitivos a la vez, pero… ¿a costa de qué?
El lenguaje es un sistema de símbolos en el que una serie de signos forman las palabras y a estás les damos un significado. De este modo, el lenguaje influye en nuestra manera de ver el mundo, es decir, en cómo pensamos y en cómo sentimos. En cierto modo, somos lo que decimos.
En coaching es muy común trabajar las distinciones lingüísticas. Comparar dos palabras que nos sirven para definir algo pero que la primera genera una serie de sensaciones y resultados y la segunda otros. En este articulo trabajaremos con Exigencia y Excelencia.
La RAE define EXIGENCIA como la “Acción y efecto de exigir”, y nos dice que exigir es “Pedir imperiosamente algo a lo que se tiene derecho”. También nos da una segunda opción para exigencia: “Pretensión caprichosa o desmedida”. En el ámbito empresarial podríamos traducir esto como la gestión que se hace porque sí, o porque soy el jefe, o porque creo que es la mejor solución y como jefe es mi derecho. Además, se hace de manera apresurada, generando tensión en los equipos y en algunos casos, sin un sentido claro. La exigencia lleva a apretar a nuestros equipos al máximo para conseguir grandes objetivos. La exigencia funciona y está bien valorada en algunos aspectos. De hecho, en los últimos años, se ha perfeccionado la técnica, y hay empresas que exigen a sus equipos a la vez que los fidelizan con la empresa, los hacen participes. En este sistema, el propio líder vive en una alta exigencia hacia si mismo y piensa que todas las personas funcionan igual, se rodea de seguidores. Cuando los resultados llegan, todos se sienten satisfechos pero, ¿cuánto dura esta sensación? Al poco tiempo, ya necesitamos nuevos objetivos que nos motiven para volver a disfrutar de esa sensación momentánea de haber conseguido algo. Y qué más hemos ganado: Estrés, deterioro en las relaciones, tiempo… y con el tiempo a veces deja de funcionar.
Por otro lado, tenemos la EXCELENCIA. La RAE nos da dos opciones: “1. Superior calidad o bondad que hace digno de singular aprecio y estimación algo; 2. Tratamiento de respeto y cortesía que se da a algunas personas por su dignidad o empleo”. Parece que las palabras que aparecen aquí son de otro tipo y que nos generan otras sensaciones y emociones. Nos invitan a ir un paso más allá de la calidad y a través de valores como la bondad, el respeto y la dignidad.
Trasladado al ámbito empresarial hablamos de un modelo de gestión basado en valores, en el que el líder no aprieta a sus fieles seguidores, sino que es un líder que fabrica otros lideres. Esto es, personas con iniciativa, creativas, que trabajan en equipo, que son autónomas para resolver problemas, inteligentes emocionalmente… Ya está demostrado que estos equipos son más productivos y sobre todo, más sostenibles en el tiempo. La mejor manera de tener un equipo así es desde el respeto, reconociendo la dignidad de las personas y sobre todo con bondad. Y esto es extensible a toda la empresa, es decir, se incardina en el propio modelo de negocio y se extiende al trato con preveedores, por supuesto al cliente y te permite establecer alianzas desde la confianza. Se trata de romper con el paradigma de que las personas SÓLO funcionan bajo presión.
Lo más importante y determinante: cuando el líder se respeta a si mismo y reconoce su dignidad, da un salto cualitativo en la manera de gestionar la empresa. Amplia su mirada, su autoestima y su confianza en si mismo. No sólo los resultados serán mejores, sino que la sensación de satisfacción aparecerá además de cuando consigue los objetivos, también durante todo el proceso. En este sentido disfrutamos del camino, no sólo de la meta. Y esto nos hace que nuestro servicio o producto tenga un plus, que vaya más allá de la calidad. Por último, viviremos nuestra vida personal y familiar más plena, más consciente.
En el deporte tenemos varios ejemplos claros de estos dos modelos, sin entrar en quién es mejor o peor entrenador, fijaros en dos entrenadores de fútbol que han conseguido grandes resultados y objetivos: Mourinho y Guardiola ¿Qué diferencia hay entre ellos?
Desde la Escuela de Negocios PYMES apostamos por la Excelencia como un valor fundamental a tener presente en la gestión empresarial y el liderazgo.
Si quieres más información puedes ver nuestro Programa IMPULSA en http://www.escuelanegociospymes.com/wp-content/uploads/downloads/dossier_programa_impulsa.pdf
Samuel Chaves Díaz
Coach
Cofundador Escuela Negocios PYMES.